El hábito continuado de ingerir heces recibe el nombre de coprofagia. 
Para muchas especies animales es común este hábito, pero para los perros se trata de algo anormal. El desagrado causado en sus propietarios provoca castigos, desinterés o rechazo con el perro y en el peor de los casos su eliminación o abandono, por lo que es una conducta requiere una cierta importancia para ser tratada y devolver la armonía a la familia humana-canina.
Los perros tienen el instinto natural de comer los excrementos de gatos, humanos, vacas, caballos y otros grandes animales herbívoros, es un comportamiento carroñero, que demuestra la capacidad de supervivencia de la especie, dado el alto valor nutritivo de estas heces. En la vida salvaje los perros consumen casi todo del animal que cazan, por ejemplo en un ave, menos las plumas se lo comen todo y esto incluye las vísceras e intestinos donde esta la materia fecal.
Hay tres tipos de coprofagia:
En estos casos es preciso hacer desaparecer rápidamente los excrementos, para que el perro no tenga acceso a ellos, y desde luego, regañarle severamente si le sorprende en plena acción de ingerirlos, obligándole a soltar lo que mastica. Los afectados de coprofagia deben tenerse aislados de otros perros para evitar que ingieran sus excrementos. Si el perro consume heces durante los paseos cotidianos será necesario mantenerle siempre sujeto con la correa y ponerle un bozal. En los casos en los que paseamos con nuestro perro por lugares abiertos como puede ser el campo, entonces, para que no haga la trastada de comer heces fuera de nuestro alcance hay que acudir a un especialista de conducta canina para que nos solucione el problema.
Causas psíquicas de la coprofagia
Claves para tratar un perro coprófago
- La primera medida racional es no dejar que el perro tenga a su alcance excrementos, retirando sus excrementos o los de otros perros inmediatamente tras la deposición.
- Por lo tanto debe extremarse la limpieza en cuanto aparezca este comportamiento.Se puede intentar corregir el vicio creando aversión a las heces del animal, para ello es necesario rociarles de algún producto cuyo sabor sea desagradable para el perro como es el vinagre.
- Si a pesar de rociar las heces con alguna sustancia desagradable para el perro, vemos que continúa con el vicio, habrá que acudir a un experto en conducta canina para remediar el problema.
- El castigo es un método ineficaz, especialmente cuando la coprofagia responde a una necesidad de llamar la atención. Aquí el castigo actúa como reforzador de la conducta, puesto que el perro consigue aquello que buscaba, recibir atención de su propietario.
- Ignorar al perro resulta en general más eficaz que castigarle. Resulta eficaz sólo en aquellos casos en que el perro buscaba nuestra atención.
- Si observamos este hábito en el perro es necesario acudir al veterinario para que someta al animal a una revisión completa para descartar patologías o tratarlas en su caso, tales como diarreas, insuficiencia pancreática, pancreatitis, etc. En ocasiones desaparece esta conducta al administrar encimas digestivas con la dieta del perro.