Las injusticias que pagan nuestros perros existen, y son muchas desgraciadamente.
No puedo evitar ir caminando con mi ojo analítico viendo el comportamiento de los guías con sus perros en las situaciones cotidianas del día a día y no dejo de escandalizarme, me indigna que por la ignorancia de sus dueños los perros sean infelices por las reprimendas que reciben precisamente de sus dueños.
No sé cómo no tenemos mayor número de perros desestabilizados y con más problemas de comportamiento. Me explico: Cada vez que camino por la calle dando simplemente un paseo, o ya si se me ocurre ir con mi perra, observo tal cantidad de errores que me parecen tan injustos para los pobres perros que ha hecho que escriba este artículo.
Voy a poner de ejemplo dos casos de injusticias que pagan nuestros perros por nuestra ignorancia.
- ¿Por qué cada vez que un guía que va acompañado de su perro atado con la correa y ve a otro perro en la misma
acera en sentido contrario, en un 90% de los casos me aventuro a decir, tira de su perro hacia sí mismo evitando cualquier tipo de acercamiento entre ambos, si su perro cuando va suelto no se pelea con ninguno?
Pues esta actitud lleva a que nuestro amable perro seguramente tienda a lanzarse a por el perro que viene por la acera por la culpa de su querido guía, porque al estar tirando de él le está cargando de energía negativa y le está trasmitiendo que lo que se está acercando es un peligro.
Como consecuencia, el perro será regañado o pegado dependiendo de las artes de su dueño por haber hecho lo que él ha provocado desde el principio.
Cabe de esperar que esta actitud sea así hasta que a esa persona se le diga que así no se hacen las cosas. ¿Y quién lo seguirá pasando mal? El perro, aunque el dueño se seguirá quejando por el sofoco que se ha llevado porque su perro es “agresivo”.
- Lo que os voy a relatar ha sucedido esta misma mañana. Como os he dicho no puedo evitar ver las injusticias que pagan nuestros perros, y bueno, en este caso realmente me he quedado delante sin moverme para ver qué pasaba.
Este es el caso de una pareja y un Westhighland terrier. La pareja mete por una abertura en la parte inferior de una verja a su perro para que “corra” en el cerco y ellos se quedan fuera.
Pues bien, llega la hora de irse y como cabía de esperar, al perro todo le parece más interesante que irse de nuevo con sus dueños (Error número 1: no sueltes a tu perro si sabes que no viene. Primero trabaja la llamada para más tarde poder soltarle).
La pareja al llamar al perro lo hacen con una voz y gestos cada vez más fuertes y exigentes lo que hace que el perro se acerque pero que no termine de pasar por debajo de la apertura de la verja porque sabe que sus dueños no están siendo amables con él.
La desesperación humana hace que el hombre trate de agarrar al perro de malas maneras lo que hace que el perro vuelva a meterse dentro. Gritos y más gritos. ¡Que vengas joder! ¡Maldito perro! Esto era lo más amable que le decían. Luego jugaron al…. Pues ahí te quedas y nos vamos.
A medida que se iban el perro trataba de salir de ahí pero le era imposible porque no tenía la fuerza ni la seguridad en sí mismo de poder doblar la verja para salir. Llora y llora el perro.
Desde lejos se siguen oyendo los gritos de… ¡que salgas! Se terminan acercando diciendo al perro de todo menos bonito. La escena se vuelve a repetir, el hombre intenta agarrar al perro lo que hace que él se aleje.
La mujer debió de tener alguna lucidez en ese momento y sacó de su abrigo lo que pareció ser una galleta. Se la enseñó y el perro salió del cerco para comerla. Y como no podía ser de otra manera el hombre le dijo a la mujer…. “si hombre, ahora no se la des que no se la ha ganado”. Y no se la dio, no solo no se la dio sino que el perro recibió una buena dosis de golpes e insultos “para que aprenda”.
Pues bien, no voy a enumerar la cantidad de errores que han cometido porque son muchos, pero si quiero compartir con vosotros que si esperan que su perro vuelva a ellos la próxima vez que le dejen suelto lo llevan claro.
Viendo esto no pude evitarlo y me acerqué a hablar con ellos. Les comenté a lo que me dedico y les hice ver que esa forma de comportarse con el perro no les va a llevar a buen término a ninguno de los tres y que con algunos consejos tendrían una relación sana y feliz con su perro. Se tomaron bien mis palabras y hemos acordado vernos durante los próximos días para trabajar con el perro.
Lamentablemente no puedo solucionar todas las injusticias que voy viendo, pero si puedo poner mi granito de arena y pedir un poco de conciencia y respeto por los animales.
Que si un perro tiene alguna conducta inadecuada no lo hace ni por fastidiar al dueño ni por romper sus objetos más valiosos, sino que lo hace porque es lo que, por ignorancia su dueño le ha transmitido que es lo correcto y puesto que se tiende a tratarlos como personas, o peor aún, como bebés, lo que hace que les provoquemos muchos trastornos ya que no terminan de saber cuál es su lugar en la manada de la familia.
Si quieres aprender un poco sobre cómo comunicarte correctamente con los perros puedes empezar por leer mi entrada al blog Las señales de calma de los perros.